Una experiencia seguramente común a muchos de nosotros es que entre la gente que nos tratamos con frecuencia surgen, a veces, palabras inventadas pero que llegan a ser de uso común en ese grupo que las crea. En el ámbito familiar esto es frecuente y de ello voy a hablar ahora.
Cuando mis padres bajaron a vivir a Logroño a principios de los años 60 pasaron un tiempo viviendo con una tía de mi padre, la tía Vitori. Después viviría un tiempo en nuestra casa y finalmente en el asilo de Santa Justa. Pues bien, ella tenía una forma particular de decir que te iba a propinar un cachete o una torta. Esto es lo que ella llamaba "languarina". La verdad es que la palabra no indicaba que la torta te fuera a dejar turulato. Más bien indicaba un cachetillo más o menos cariñoso pero de advertencia.
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