jueves, 26 de febrero de 2015

esconderite

Óleo de Juan Luis García Jiménez                                          



Como si de un disco dedicado se tratase,  esta entrada que hoy empiezo tiene su razon de ser en una petición de mi sobrino Adrián (the_dancer) que me sugirió que hiciera la próxima entrada con “esconderite”.
Mi recuerdo coincide con la doble acepción que encuentro en la wikirioja . La palabra designa por una parte el juego de niños en el que unos se esconden para que otros los encuentren. También en la versión que decíamos mirando a la pared como aviso de que íbamos a volvernos y ¡ay de aquel que se estuviera moviendo! : “Una, dos y tres, esconderite inglés”.

Pero también un esconderite es el lugar, más o menos recogido, donde se enconden cosas o personas. "Lo tiene guardado en un esconderite"
Tampoco es una palabra exclusiva de La Rioja porque al buscar para hacer esta entrada la he encontrado como voz popular en Tierra de Campos, el Páramo Palentino, Burgos, Álava...
Al tratar de explicar el término encuentro la siguiente explicación: “Puede tratarse de una ultracorrección muy frecuente en el habla vulgar y rústica al formar los derivados : escond + er + ite.”
Por mi parte, (haciendo una etimología seguramente sin fundamento) la palabra me parece formada por el infinitivo “esconder” y la segunda persona de plural del imperativo latino del verbo “ ir”: “ite” Algo así como “escondeos” o “a esconderse”. La razón por la que llegué a esta peregrina idea fue recordar una de las palabras más bonitas con la que asocio a mi abuela Juana: “veide a por rubia pa' los conejos al Puntido”. Es decir, “Id a por rubia( una planta)...”
Y para terminar una curiosidad. Al buscar la palabra en internet veo que hay gente que la cree una palabra absolutamente caprichosa o inventada. Hasta he encontrado un facebook que se titula “Gente que dice con tranquilidad esconderite” y que en su presentación escribe así: Para todos aquellos que se nos quedaba cara de ¿porque te inventas palabras?XD cuando oiams que alguien decia ¿Jugamos a esconderite? o: 1, 2,3 esconderite ingles, sin mover las manos ni los pies!!
Bueno, pues lo dicho. Adrián, la próxima vez jugamos al esconderite o a “tres marinos” o a polis y cacos...ya veremos, qeu con mi edad no estoy para muchas carreras.

lunes, 23 de febrero de 2015

BARBOS, CACHUELOS Y BERMEJUELAS


En un día como el 23 F se puede pensar en golpes de estado pero yo prefiero pensar en peces. Venir de una familia que lleva por mote “sardina”... tiene sus peajes :)
La pesca en el río fue una de las actividades de las que conservo más recuerdos agradables y por tanto, palabras asociadas a ellos.
                                                       Día en el río. La Toñi, rodeada de chiquillos, como siempre. 
                                                       Las "churreritas" (Maricarmen y Silvia) Alfredo y un
                                                       tercero con un gesto muy raro pero que imagino será Josemaría.

Hoy traeré al blog las cuatro especies de peces que más comunmente pescábamos. La primera no tiene mucho que decir porque no es muy diferente en otras zonas de España, me refiero a la trucha. La reina de la pesca, la de carne más fina, la más apreciada.

En tamaño aunque no finura le seguía el barbo. El nombre también es común y parece claro que deriva de las protuberancias que le salen en las comusiras de la boca, a modo de barbas (de Fumachú diría yo) La definición de la RAE es clara a este respecto: (Del lat. barbus, de barba, barba).Pez de río, fisóstomo, de color fusco por el lomo y blanquecino por el vientre. Crece hasta unos 60 cm de longitud y tiene cuatro barbillas en la mandíbula superior, dos hacia el centro y otras dos, más largas, a uno y otro lado de la boca. Es comestible. 
                                          Embalse de Ortigosa. Primer plano la puerta del 600 D. 
                                                       Aún noto, cuando va a haber tormenta una molestia en 
                                                      el hombro de tanto peso que tuve que aguantar mientras
                                                      me hacían la foto. jeje 
 
En mi recuerdo los barbos subían al Leza desde el Ebro ( no sé si para desobar o para buscar aguas más limpias) y eran los que proporcionaban la cantidad en la jornada de pesca, porque podían ser muy abundantes. A ellos asocio uno de los recuerdos más nítidos de las jornadas de domingo en el río pescando y comiendo luego algo asado o un rancho.
Uno de esos recuerdos que para un niño encumbran a lo más alto a un padre. Aquella mañana estabamos nadando y pescando como tantas otras. No recuerdo muy bien si el paraje era La Chilena o Pichilín ( dos bonitos topónimos de Ribafrecha a la orilla del Leza) En un recodo que había formado el río, la fuerza del agua había excavado por debajo de unos sauces o tambarices una inmensa coquera (dejo para otro día esta palabra) . Desde fuera no se podían apreciar sus dimensiones. Mi padre se metió, como tantas veces buceando para ver si veía algo. Desde fuera el resto aguardábamos expectantes su salida con algún barbo en la mano o, al menos, con noticias de que allí había pesca. Pero el tiempo pasaba y mi padre no aparecía. El nerviosismo empieza a cundir en su orden más lógico: primero mi madre que ya empezaba a llamar a mi padre ( ¿Julián, estás bien, te ha pasado algo?), luego el resto vamos poco a poco contagiándonos del nerviosismo porque ya empezaba a ser demasiado tiempo para estar debajo del agua ( hasta para uno al que llamen sardina)
Finalmente, como un Neptuno emergiendo de la aguas aparece el susodicho. Un pez en cada mano, otro en la boca y otra buena cantidad dentro del bañador ( bueno, por entonces seguro que dijimos “trajebaño”) Suspiros de alivio, alegría desbordada en la chiquilería y después explicaciones. La fuerza del agua había formado una gran cavidad que incluso tenía una cámara de aire. Por tal motivo mi padre podía bucear dentro de la coquera y una vez en ella tomar aire cuantas veces quisiera mientras hacía su cosecha de peces.

La otra especie era el cachuelo. Era parecido al barbo pero de carrne más fina de porte más estilizado. Y así lo encontramos en el diccionario de la RAE: (Del dim. de cacho2).Pez teleósteo, fisóstomo, abundante en los ríos de la mitad meridional de España, de unos ocho centímetros de largo, de color azulado por el lomo y blanco amarillento por el vientre, con dos barbillas en los extremos de la boca, aletas pintadas de puntos pardos y cola ahorquillada. Su carne es fina y apreciada. Se recoge como un diminutivo de cacho que a su vez se hace derivar del lat. vulg. *cattŭlus, y este del lat. catŭlus, cachorro.

Y para terminar con esta especie de clase de acuicultura furtiva, nos queda el pez con el que dábamos los primeros pasos en la pesca con caña, la bermejuela. Evidente la relación de este nombre con su color rojizo, o si se quiere dorado. Siguiendo de nuevo a la RAE: (De bermeja).
1. f. Pez teleósteo, fisóstomo, común en algunos ríos de España, de unos cinco centímetros de largo, y cuyo color varía, pues los hay enteramente verdosos con una mancha negra junto a la cola, y otros tienen bandas y manchas doradas y encarnadas.
2. f. Pez, también común en algunos ríos de España, del mismo género y tamaño que el anterior, pero más comprimido, con el lomo constantemente negruzco y el vientre blanco y algunas veces rojo.
Pescábamos estos pequeños peces como una iniciación a la pesca. Los pescábamos con esas pequeñas boyas blancas en su parte inferior y rojas en la parte que emergía del agua. En el sedal podían además ponerse varios anzuelitos con lo que si la fiesta era grande para la chiquillería cuando se pescaba una bermejuela...cuando se sacaban dos era fiesta nacional y te hacía creerte el mejor pescador del mundo.
Conservo también un recuerdo ligado a estos pequeños peces. Hoy cuando lo pienso me arranca una sonrisa. Tan de moda está hoy en día la costumbre japonesa de comer pescado crudo, shushi. Y yo recuerdo a mi tio Julio zamparse las bermejuelas recién cogidas. Conste que a mi eso me daba un poco de asco pero bueno, pensaba yo entonces, Reinares era serrano y de ellos se podían esperar esas cosas.
Pues remato felicitando al “sardina” en su cumple.
                                                                      Estos ya son otros tiempos. Laguna Negra. 
                                                                        Truchas pequeñas pero sabrosas.

domingo, 15 de febrero de 2015

ABARCAS o ALBARCAS



Nunca he tenido que calzar albarcas o abarcas (de las dos maneras recuerdo escucharla y de ambas lo recoge el diccionario de la RAE). Pero he oído muchas veces a mis padres esta palabra. Parece claro que se trata de algún tipo de calzado.
Es más, por el contexto en que escuchaba la palabra siempre pensé en él como un calzado popular más bien básico.  Al consultar el diccionario de la RAE se refiere a una palabra de origen prerromano “ Calzado de cuero crudo que cubre solo la planta de los pies, con reborde en torno, y se asegura con cuerdas o correas sobre el empeine y el tobillo. Se hace también de caucho”.

Pero si digo la verdad ningún calzado que yo haya tenido o visto era unas albarcas. En cambio el uso que recuerdo lo asociaba siempre a una evidente tendencia a la desmesura. Cuando uno calzaba unas zapatillas, botas o zapatos muy grandes era frecuente que te dijeran algo como “¿dónde vas con esas abarcas?”

Más adelante lo recuerdo asociado a un famoso rey de Navarra enterrado en Nájera, Sancho Abarca. Buscando sobre él encuentro esta información:

En el capítulo (o apartado) 44 y en el 45 [del Chronion mundi de Lucas de Tuy] , se habla de Sancho, rey de los cántabros, yerno de Sancho el conde de Castilla, que llegó a reinar en Navarra y en Castilla a la muerte de García Sánchez, el asesinado conde de Castilla. Añade que Sancho (el Mayor) era hijo de García, rey de los navarros, y este lo era de Sancho rey de Cantabria «que pertenecía a la noble estirpe de los godos». Este Sancho, que no es otro que Sancho Garcés I Abarca «cuius primus cognomen Auarca», es decir, el primero que usó el sobrenombre Abarca, hubo de atravesar los «Alpes de Roncesvalles» en época de invierno cuando los moros estaban sitiando Pamplona y el camino estaba cubierto por la nieve «fizo para sí y para sus caualleros, de cueros crudos y cuerdas enceradas, calçado acostumbrado de los aldeanos, los cuales llaman abarcas y uarallones», de manera que pudo atravesar los montes nevados y caer por sorpresa sobre los sitiadores. Creo que es la primera vez que se cita este hecho, probablemente legendario, para justificar el apelativo del rey. A Sancho le sucedió su hijo García y a este, su hijo Sancho (el Mayor), que recibió también el apodo de Abarca porque como su abuelo, derrotó sobre Pamplona a muchos sarracenos, calzados también con «auarcas y baraliones», como sus antepasados.

domingo, 8 de febrero de 2015

Jara



Estamos en días de mucha lluvia. A menudo los grifos de casa manan agua turbia (buena época para el negocio de las aguas minerales)
No es que no usará en mis tiempos mozos el vocablo “turbia” . Pero lo cierto es que lo asocio a un grado grande de turbidez. Y si la suciedad era extrema podíamos llegar a decir que “era” o “bajaba cenaco” (ya hablamos en la anterior entrada de esta palabra).

En cambio cuando el grado era más leve y el agua bajaba manchada lévemente “venía jara”. (esta acepción la encuentro en un diccionario de riojanismos)

La verdad es que me extrañaba este uso de la palabra jara, que luego por mis estudios y por mi encuentro con Extremadura, adquirió otro sentido (el de la característica planta mediterránea). Pero ha sido interesante encontrar en el diccionario de la Real Academia una acepción de la palabra, como adjetivo, que parece dar una explicación al uso que yo conocía:
jaro, ra.
1. adj. Dicho de un animal, y especialmente del cerdo o del jabalí: Que tiene el pelo rojizo. U. t. c. s.
Lo cierto es que cuando el agua de río leza bajaba jara adquiría ese color rojizo al que se refiere la definición del diccionario.