Nuestra vida en el pueblo, los fines de
semana durante el curso o en periodos más largos en el verano, se
hacía sobre todo en la calle. No era era, por tanto raro, que
acabara en nuestras manos algún gorrioncillo caido del nido o que
nos hicieramos con algún perrillo o pequeño gato abandonado o
recién parido en la casa de algún amigo.
En estas situaciones la tendencia era
siempre llevarlos a casa. En un gesto típico de chavalillos siempre
nos empeñábamos en criarlo ( casi siempre también fracasando en el
intento, especialemente en el caso de los pajarillos). Pero la
impaciencia naural de la edad nos levaba a coger una y otra vez estos
sufridois animalitos y sobetearlos constantemente. En estos casos
escuando escuchábamos siempre la misma advertencia: “¡lo vas a
entecar! “.En definitiva, quería decirse que tantos mimos y
caricias finalmente podían matar al pobre animal.
Está todo esto en sintonía con la
definición que da la RAE
de entecarse :
(De *heticarse, der. de hético,
y este del gr. ἑκτικός, habitual, dicho de la fiebre).
1. prnl. desus. Enfermar,
debilitarse. U. en Burgos ( y en La Rioja)
A veces el uso de la palabra se podía
ampliar en modo figurado para aplicarlo a personas. Un enteco
era aquella persona blanda, enfermiza, sin energía propia para
salir adelante en las cosas y casi siempre se acahcaba la situación
a ser un poco (o un mucho) consentido. (Algunas de estas acepciones
podemos encontrarlas en la web
de Cultura de Rioja)
En tiempos de debate educativo es muy
adecuado reflexionar sobre ésto. Porque es, en definitiva, hablar
del equilibrio entre el cariño y la exigencia ambos necesarios en la labor educativa . Los
que ya tenemos unos años ( aunque no los aparentemos) recordamos una
escuela exigente con escasos rasgos de condescendencia o comprensión,
insistente sólo en la disciplina. Pero ahora vemos una escuela en la que
esa comprensión, que antes faltaba, ahora es una coartada para que
no haya ninguna exigencia. Será bueno que cada uno, en nuestras
responsabilidades educativas (profesores, padres, madres, abuelos,
entrenadores..) busquemos ese equilibrio para no disciplinar hasta la
muerte pero tampoco entecar a aquellos a quienes educamos. El
equilibrio es siempre difícil de conseguir.