Recuerdo que la primera vez que escuché
el refrán iba con mi padre ( quizá pescando, eso no lo recuerdo
bien) por la orilla del río. El refrán vino precedido de un buen
cinglazo en la cara de una de esas ramas largas de las que
hablábamos. Con la jeta caliente por el latigazo y aún viendo estrellitas
escuchas : “en la viña y el soto..., que no vaya el uno detras del
otro”. Hay que reconocer que el sistema de aprendizaje es puro
método científico: por la experiencia.
Pues ayer mismo tuve la ocasión de
pronunciarlo yo mismo porque hicimos una excursión al monte con
rapaces de 1º de ESO. Algún galeguiño aprendió un sabio refrán
riojano....por la experiencia.
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