Fin de semana de vendimia en Beraza y
Valempudia. Hace ya años que me pierdo este trabajo, que es también
fiesta. Como es lógico, alrededor de esta actividad existe un
vocabulario muy rico. Pero, como sería muy largo ir palabra por
palabra...voy a reunir unas cuantas (destacadas en negrita) en un
breve párrafo. Con el tiempo podremos aclarar cada una por
separado.
Madrugar un poco. Aparejar el
burro o el macho: serón, salma, cincho. Cargar camportillos
y cunachos, corquetes y tijeras.
El camino son cinco
órdenes bien sencillas, cinco instrucciones que la caballería que
nos lleva entiende perfectamente: arre , só, un chasquido gutural,
güesque y guallao.
Después, en la viña o en el majuelo
cada uno coje su renque y a tajo parejo va recogiendo de las cepas racimos y racimas: Garnacha,
Viura, Trempanillo (sic), Graciano ( “ni pal mozo ni pal amo”)...
De vez en cuando a uno de esos racimos, de los más apetitosos, le
damos un mordisco y ... al cunacho.
A media mañana “echar un
bocao”, un trago de vino y... ¡ al tajo ! Ir llenando
camportillos e irlos pisando en la misma viña para que coja
más uva en ellos.
Al final de la labor vuelta a la bodega. Llenar
el lago y pisarlo. Probar el primer mosto. Distinguir caldos,
para luego repartir entre los que llenan el lago: lágrima, pie
y prensa.
Después de ésto solo queda
esperar...y vigilar. Porque el vino que saldrá después de esta
jornada de trabajo necesitará su tiempo para hacerse y habrá que
estar pendientes de él casi diariamente...
Pero eso es algo que al
abuelo Victoriano en sus tiempos o ahora a Julián Sardina y a
Josemari no les supone trabajo, es más, estoy seguro que les gusta...
Y a nosotros nos gusta el resultado... hip!
NOTA.
NOTA.
Hace unas semanas hablábamos de las catas de melón y de la afición de alguna troncherita por esta fruta. Como mas vale tarde que nunca...he conseguido recuperar una imagen que confirma lo dicho.
Ella en el centro ¡ la más concentrada en la tarea!¡Ni mira a la cámara, pa qué!
¡Esto si que eran fiestas!
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