¡Cuantas veces
habré oído en mi infancia esta expresión a mi madre o a mi padre!
Cuando alguien estaba enfermo, alicaído, escaso de energía y de
palabras se decía de él : “Está ahí sentado. Ni churrea ni
murrea”
Algunas veces la
expresión podía aplicarse a situaciones que no tenían que ver con
la enfermedad. Era el caso de alguién que pasaba desapercibido en un
grupo por timidez o por no querer significarse en algún tema
concreto. En esos casos se quedaba “sin churrear ni murrear”.
Como
tantas veces me ocurre, al preparar esta entrada para el blog me he
llevado algunas sorpresas. Esta vez, por lo menos dos:
La
primera es que he de reconocer que cuando pensé en esta expresión
creí que se trataba de una de esas palabras-frases familiares
inventadas ( ya hemos hablado otras veces de ellas: languarina,
zarracatañita…)
pero al buscar información en la red veo que es una expresión bien
viva en algunas zonas (nuevamente sobre
todo el valle de Ebro,
Navarra, Euskadi…).
La
busca en la web ha dado como resultado un uso bien amplio. Algunos
ejemplos: “El
caso es que el perro por las noches ni churrea
ni murrea
...”;
“Rajoy,
también
y una vez más, ni
churrea ni murrea...”,
“Ayer
estuve trasteando con la
máquina...la
intento cargar y ni
churrea ni murrea.”...
Aquí un pequeño relato de diciembre de 2006 en el que aparece bien contextualizada la expresión:
Ciudadano ejemplar
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar. Con el inicio del año que ahora fenece, se había inyectado una carga superalcalina de buenos propósitos. Hasta pensaba tratar su adicción a la doble fila y abandonar el feo vicio de dejar la basura en el contenedor fuera del horario indicado por la municipalidad. A más a más, hizo votos en la ermita del Cristo del Humilladero para subvertir un hábito que le traía por la calle de la amargura y que le llevaba a ser extremadamente crítico con la autoridad: le encantaba su ciudad y no soportaba ver el, a su entender, paulatino deterioro en que la veía sumida. Una manía como otra cualquiera con la que prometió acabar en este 2006. Quería ser un ciudadano más, un logroñés más, del montón, de esas decenas de miles que ni churrea ni murrea, que lo mismo le da arre que so, que tanto le importa que pinten bastos como oros, que ni carne ni 'pescao', que igual es cesta que ballesta. Un logroñés medio, vamos, con aspiraciones a piso de protección y plaza para aparcar en las mismísimas entrañas de la ciudad.
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar y en febrero ya había dejado en el camino 8 kilos de sudor y lágrimas por ver a su Logroño abierto en canal, como un cochino en día de matanza. Hasta el verano, aguantó vitaminado y mineralizado y mediado agosto a punto estuvo del achuchón cuando vio caer la penúltima obra del arquitecto Fermín Álamo bajo la dictadura de la especulación (otro aparcamiento subterráneo, por favor).
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar. A cerrar el año como un logroñés más. De los que callan y otorgan. Y no lo ha conseguido. El lunes no lo pudo soportar. Su corazón se paró roto de pena y de desazón en medio de ese parque caótico de tráfico en que se han convertido la ciudad en las últimas semanas y, muy especialmente, en esta que ya dominamos. Falleció y forma parte para siempre de la inmensa mayoría silenciosa de la ciudad.
JOSÉ A. DEL RÍO
(http://www.larioja.com/prensa/20061221/rioja_region/ciudadano-ejemplar_20061221.html)
Aquí un pequeño relato de diciembre de 2006 en el que aparece bien contextualizada la expresión:
Ciudadano ejemplar
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar. Con el inicio del año que ahora fenece, se había inyectado una carga superalcalina de buenos propósitos. Hasta pensaba tratar su adicción a la doble fila y abandonar el feo vicio de dejar la basura en el contenedor fuera del horario indicado por la municipalidad. A más a más, hizo votos en la ermita del Cristo del Humilladero para subvertir un hábito que le traía por la calle de la amargura y que le llevaba a ser extremadamente crítico con la autoridad: le encantaba su ciudad y no soportaba ver el, a su entender, paulatino deterioro en que la veía sumida. Una manía como otra cualquiera con la que prometió acabar en este 2006. Quería ser un ciudadano más, un logroñés más, del montón, de esas decenas de miles que ni churrea ni murrea, que lo mismo le da arre que so, que tanto le importa que pinten bastos como oros, que ni carne ni 'pescao', que igual es cesta que ballesta. Un logroñés medio, vamos, con aspiraciones a piso de protección y plaza para aparcar en las mismísimas entrañas de la ciudad.
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar y en febrero ya había dejado en el camino 8 kilos de sudor y lágrimas por ver a su Logroño abierto en canal, como un cochino en día de matanza. Hasta el verano, aguantó vitaminado y mineralizado y mediado agosto a punto estuvo del achuchón cuando vio caer la penúltima obra del arquitecto Fermín Álamo bajo la dictadura de la especulación (otro aparcamiento subterráneo, por favor).
Aspiraba a ser ciudadano ejemplar. A cerrar el año como un logroñés más. De los que callan y otorgan. Y no lo ha conseguido. El lunes no lo pudo soportar. Su corazón se paró roto de pena y de desazón en medio de ese parque caótico de tráfico en que se han convertido la ciudad en las últimas semanas y, muy especialmente, en esta que ya dominamos. Falleció y forma parte para siempre de la inmensa mayoría silenciosa de la ciudad.
JOSÉ A. DEL RÍO
(http://www.larioja.com/prensa/20061221/rioja_region/ciudadano-ejemplar_20061221.html)
La
segunda sorpresa, aún mayor,
es que he descubierto que en
otras zonas de España existe una expresión con el mismo
uso y evidente parecido en
estructura y sonoridad que
encontramos recogida en el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua (DRAE).
Me estoy refiriendo a la expresión “ni chuz, ni muz”(También
la encontramos con la variante
“ni chus, ni mus”)
no
decir ~ ni muz.
1.
loc. verb. coloq.
no decir palabra.
sin
decir ~ ni muz.
1.
loc. adv. coloq.
sin decir palabra.
Recojo
del blog 365 palabras (
http://365palabras.blogspot.com.es/2010/10/chus.html)
que la literatura cuenta con insignes escritores que emplean esta
locución.
De esta forma, el maestro Tirso
de Molina
(1579-1648,
dramaturgo y poeta español del Barroco) en Amar
por señas,
escribe:
Quise
desfacer el tuerto,
pero
por detrás me agarran
dos
Galalones monsiures;
ojos
y boca me embargan
y,
sin decir chus
ni mus,
las
manos a las espaldas,
en
la silla atado el cuerpo...
NOTA
DE PRONUNCIACIÓN
Al
pronunciar churrear y murrear en la zona de la Rioja de la que
hablamos (Ribafrecha,
Murillo),
la “e” se pronuncia de un modo muy cercano a la “i”, por lo
que casi suena “churriar” y “murriar” Este efecto se nota más
en la forma de infinitivo que en la de presente.
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