En un día como el 23 F se puede pensar
en golpes de estado pero yo prefiero pensar en peces. Venir de una
familia que lleva por mote “sardina”... tiene sus peajes :)
La pesca en el río fue una de las
actividades de las que conservo más recuerdos agradables y por
tanto, palabras asociadas a ellos.
Día en el río. La Toñi, rodeada de chiquillos, como siempre.
Las "churreritas" (Maricarmen y Silvia) Alfredo y un
tercero con un gesto muy raro pero que imagino será Josemaría.
Hoy traeré al blog las cuatro
especies de peces que más comunmente pescábamos. La primera no
tiene mucho que decir porque no es muy diferente en otras zonas de
España, me refiero a la trucha. La reina de la pesca, la de carne
más fina, la más apreciada.
En tamaño aunque no finura le seguía
el barbo. El nombre también es común y parece claro que deriva de
las protuberancias que le salen en las comusiras de la boca, a modo
de barbas (de Fumachú diría yo) La definición de la
RAE
es clara a este respecto:
(Del lat. barbus, de barba, barba).Pez
de río, fisóstomo, de color fusco por el lomo y blanquecino por el
vientre. Crece hasta unos 60 cm de longitud y tiene cuatro barbillas
en la mandíbula superior, dos hacia el centro y otras dos, más
largas, a uno y otro lado de la boca. Es comestible.
Embalse de Ortigosa. Primer plano la puerta del 600 D.
Aún noto, cuando va a haber tormenta una molestia en
el hombro de tanto peso que tuve que aguantar mientras
me hacían la foto. jeje
En mi recuerdo los barbos subían al
Leza desde el Ebro ( no sé si para desobar o para buscar aguas más
limpias) y eran los que proporcionaban la cantidad en la jornada de
pesca, porque podían ser muy abundantes. A ellos asocio uno de los
recuerdos más nítidos de las jornadas de domingo en el río
pescando y comiendo luego algo asado o un rancho.
Uno de esos recuerdos que para un niño
encumbran a lo más alto a un padre. Aquella mañana estabamos
nadando y pescando como tantas otras. No recuerdo muy bien si el
paraje era La Chilena o Pichilín ( dos bonitos topónimos de
Ribafrecha a la orilla del Leza) En un recodo que había formado el
río, la fuerza del agua había excavado por debajo de unos sauces o
tambarices una inmensa coquera (dejo para otro día esta palabra) .
Desde fuera no se podían apreciar sus dimensiones. Mi padre se
metió, como tantas veces buceando para ver si veía algo. Desde
fuera el resto aguardábamos expectantes su salida con algún barbo
en la mano o, al menos, con noticias de que allí había pesca. Pero
el tiempo pasaba y mi padre no aparecía. El nerviosismo empieza a
cundir en su orden más lógico: primero mi madre que ya empezaba a
llamar a mi padre ( ¿Julián, estás bien, te ha pasado algo?),
luego el resto vamos poco a poco contagiándonos del nerviosismo
porque ya empezaba a ser demasiado tiempo para estar debajo del agua
( hasta para uno al que llamen sardina)
Finalmente, como un Neptuno emergiendo
de la aguas aparece el susodicho. Un pez en cada mano, otro en la
boca y otra buena cantidad dentro del bañador ( bueno, por entonces
seguro que dijimos “trajebaño”) Suspiros de alivio, alegría
desbordada en la chiquilería y después explicaciones. La fuerza
del agua había formado una gran cavidad que incluso tenía una
cámara de aire. Por tal motivo mi padre podía bucear dentro de la
coquera y una vez en ella tomar aire cuantas veces quisiera mientras
hacía su cosecha de peces.
La otra especie era el cachuelo. Era
parecido al barbo pero de carrne más fina de porte más estilizado.
Y así lo encontramos en el diccionario de la
RAE:
(Del dim. de cacho2).Pez teleósteo,
fisóstomo, abundante en los ríos de la mitad meridional de España,
de unos ocho centímetros de largo, de color azulado por el lomo y
blanco amarillento por el vientre, con dos barbillas en los extremos
de la boca, aletas pintadas de puntos pardos y cola ahorquillada. Su
carne es fina y apreciada. Se
recoge como un diminutivo de cacho que a su vez se hace derivar del
lat. vulg. *cattŭlus,
y este del lat. catŭlus,
cachorro.
Y para
terminar con esta especie de clase de acuicultura furtiva, nos queda
el pez con el que dábamos los primeros pasos en la pesca con caña,
la bermejuela. Evidente la relación de este nombre con su color
rojizo, o si se quiere dorado. Siguiendo de nuevo a la RAE:
(De bermeja).
1. f. Pez teleósteo, fisóstomo,
común en algunos ríos de España, de unos cinco centímetros de
largo, y cuyo color varía, pues los hay enteramente verdosos con una
mancha negra junto a la cola, y otros tienen bandas y manchas doradas
y encarnadas.
2. f. Pez, también común en algunos
ríos de España, del mismo género y tamaño que el anterior, pero
más comprimido, con el lomo constantemente negruzco y el vientre
blanco y algunas veces rojo.
Pescábamos estos pequeños peces como
una iniciación a la pesca. Los pescábamos con esas pequeñas boyas
blancas en su parte inferior y rojas en la parte que emergía del
agua. En el sedal podían además ponerse varios anzuelitos con lo
que si la fiesta era grande para la chiquillería cuando se pescaba
una bermejuela...cuando se sacaban dos era fiesta nacional y te hacía
creerte el mejor pescador del mundo.
Conservo también un recuerdo ligado a
estos pequeños peces. Hoy cuando lo pienso me arranca una sonrisa.
Tan de moda está hoy en día la costumbre japonesa de comer pescado
crudo, shushi. Y yo recuerdo a mi tio Julio zamparse las bermejuelas
recién cogidas. Conste que a mi eso me daba un poco de asco pero
bueno, pensaba yo entonces, Reinares era serrano y de ellos se podían
esperar esas cosas.
Pues remato felicitando al “sardina”
en su cumple.
Estos ya son otros tiempos. Laguna Negra.
Truchas pequeñas pero sabrosas.